¿Qué hace a un buen docente?
El buen docente no lo es por cuánto sabe acerca de su
disciplina o por cuánto demuestra o aparenta saber sobre ella, sino por lo que
es capaz de provocar en sus estudiantes. Si el docente no logra provocar
curiosidad, disposición afectiva, conflicto, entusiasmo e interés y, tal vez,
pasión por saber más, importa poco cuánto sabe él o ella acerca de su disciplina.
Pero, ¿no es precisamente cuánto sabe un docente acerca de su disciplina lo que
puede provocar todo aquello en sus estudiantes? Si ese saber no va asociado a
su propia disposición personal y afectiva tanto hacia su disciplina como hacia
el aprendizaje de sus estudiantes de nada le vale.
Son sus entusisasmos, compromisos afectivos y actitudes
personales las que podrán provocar a sus estudiantes. Es cierto que es poco
probable que quien sabe mucho respecto a alguna disiciplina no sea un
apasionado por ella, sin embargo, no siempre esa pasión disciplinar está
acompañada por una “pasión docente” o por un compromiso con el aprendizaje de
quienes tengo al frente. Por el contrario, es muy frecuente encontrar expertos
que no soportan a los novatos y sus novateces, que los agreden, los amenazan,
los ignoran y muchas veces los desprecian. Es más frecuente encontrar expertos
que olvidaron lo que es y lo que se siente siendo lego en una disciplina, que
expertos comprensivos, dispuestos a las ingenuidades, los errores y las
dificultades del lego.
El docente apasionado está más preocupado por provocar
pasión que por transmitir información. Su mayor preocupación está en cómo
lograr que los estudiantes se introduzcan en su campo del saber, que en
introducir saber en sus estudiantes. Esta preocupación por provocar pasión,
supone disposición a mirar hacia fuera, a mirar al otro a quien quiero
apasionar y, a veces, con tanta atención que suele convertirse en compromiso,
primero con su aprendizaje y luego con su ser.
¿Qué más puedo hacer para provocar su curiosidad? ¿Qué más
puedo hacer para provocar su entusiasmo? ¿Qué más puedo hacer para provocar sus
ganas de aprender? ¿Qué más puedo hacer por apasionarlos con lo que me
apasiona? Son las preguntas que no dejan en paz al docente apasionado y son las
respuestas a las mismas lo que se convierte en su principal e indispensable
saber.
Ayudan a sus
estudiantes a establecer relaciones con el conocimiento anterior y el material
previamente enseñado, y entonces conectan cada lección con las lecciones
futuras. Este tipo de "instrucción linear" proporciona el
"enganche" necesario para que los conceptos y las ideas
"queden"
Utilizan
organizadores gráficos y rúbricas. Los organizadores gráficos (esquemas, mapas
de historia, líneas de tiempo, diagramas de Venn, etc.) se utilizan para ayudar
a los estudiantes a imaginar su producción. También los utilizan para
determinar la comprensión de los estudiantes del material que han leído. Las
rúbricas (criterios de evaluación) se comparten con los estudiantes antes de
que comiencen una asignación o un proyecto. De esta manera, el alumno sabe
exactamente qué se espera de él. Y utilizan las mismas rúbricas para evaluar el
trabajo de sus estudiantes.
Ellos hablan con los
estudiantes individualmente, y les dan la retroalimentación correspondiente.
Evaluaciones individuales de escritura y de lectura son herramientas valiosas
para mejorar el trabajo del estudiante y para obtener una mejor mirada en la
comprensión de un alumno de un concepto y de sus procesos del pensamiento. Esta
información se utiliza en el planeamiento futuro de las clases. Los buenos
docentes evitan frases como "buen trabajo!" o "se necesita más
aquí." En lugar, ofrecen una devolución positiva y constructiva muy
específica a los estudiantes, para que puedan utilizarla en el futuro.
Entienden el concepto de la proximidad mientras están
enseñando. No se sientan detrás de un escritorio todo el dia, y no están
parados en el pizarrón como en una conferencia. En lugar, están caminando
constantemente alrededor del aula, comprobando el trabajo de los estudiantes,
estando parado al lado de los "distraídos" y haciendo que sus
estudiantes los sigan con sus ojos.
Finalmente, estos profesores tienen una destreza para
involucrar a sus estudiantes en discusiones y en actividades interesantes que
se extiendan más allá de la sala de clase.
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